jueves, 5 de mayo de 2016

La iglesia quita a sus santos

La iglesia católica se fundamenta en cuentos. La cultura y las leyes de la naturaleza son sus principales enemigos y poco a poco sus engaños y mentiras van saliendo a la luz.

Me da pena ver gente que lleva pegatinas de San Cristofol (en catalán) o San Cristobal (en castellano) en su coche, lo pasan a bendecir e incluso pueblos como Bot y Calaceite se hacen cenas y fiestas en su honor. Si hablaras mal de San Cristobal como mínimo te mirarían mal ó te podría pasar como a las pobres mujeres que fueron a gravar una "fiesta de bous" en Mas del Barberans.


Les he de decir que San Cristóbal es un ex-santo porque la iglesia católica decidió borrarle del santoral a fines de los años sesenta, cuando puesieron en duda que el personaje fuese algo más que una leyenda (lo raro es que creyesen que era un personaje histórico durante tanto tiempo).

Veo correcto que se distinga entre leyenda y realidad, pero si vamos por este camino se van a quedar con las paredes de las iglesias en blanco. Lo raro es que la iglesia no diga a sus feligreses que bendecir el coche a San Cristobal es lo mismo que si lo hicieran a Popeye, es solo un ejemplo.

San Cristóbal, ex-santo y perro
"Ex-santo" porque la iglesia católica decidió borrarle del santoral a fines de los años sesenta, cuando pusieron en duda que el personaje fuese algo más que una leyenda (lo raro es que creyesen que era un personaje histórico durante tanto tiempo).
Pues bien, este señor, que antes de llamarse Cristóbal se llamaba Réprobo, era un gigante cananeo que deseaba ponerse al servicio de la persona más poderosa del mundo. Empezó con un rey pero al ver que este rey temblaba ante el diablo, le abandonó para servir a Satán, al que también abandonó cuando descubrió que tenía miedo de Cristo (un sirviente "nada" chaquetero). Mientras vagaba buscando a su futuro señor, llegó a un río peligrosísimo que la gente no se atrevía a cruzar. Réprobo, que en el fondo era un buenazo, decidió quedarse allí para ayudar a los viajeros a cruzar esas terribles aguas.
Un día apareció un niño pequeño que le pidió ayuda para pasar al otro lado. Réprobo, se lo cargó a los hombros y empezó a atravesar el ríó como hacía siempre, pero a medida que avanzaba notaba que el niño le iba pesando más y más, y que poco a poco se iba hundiendo. Cuando llegó a la otra orilla, completamente agotado, el niño -que resulta que era el niño Jesús- le confesó que acababa de cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros. En agradecimiento, le cambió el nombre por Christophoro (o Cristóbal), que en griego significa "el que lleva a Cristo", e hizo florecer el tronco que usaba el gigante como bastón, convirtiéndolo en una especie de palmera con dátiles.
San Cristóbal es un personaje fácil de identificar en el arte: un señor con barba, un bastón florido y un niño sobre los hombros. En el arte medieval, a veces se le representa con unos pequeños hombrecillos enganchados en el cinturón, que no son otra cosa que los viajeros que transporta por el río. A destacar, aparte de estos muñequitos, los peces que tiene en las piernas para representar el río y su delicioso estrabismo.
En algunas representaciones, puede aparecer incluso con cabeza de perro. Hay quien dice que esta tradición procede de una mala transcripción de la palabra "cananeus" (de Canaan) como "canineus" (canino)... Como sea así, el disléxico que se equivocó debe estar partiéndose de risa en su tumba.

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